jueves, 8 de enero de 2015

Todos somos joyas

Me confieso, las joyas son mi pasión, pero la comparto con otra labor que me encanta: soy profesora de Educación Especial. El trabajo con estos niños me ha hecho ver muchas veces la realidad.

Las joyas son maravillosas, preciosas, brillantes, me hacen sentir bella, pero si un día el destino decide cruzarse de mala manera en tu vida, no hay joya que te ayude, y todo eso pasa a estar en un segundo plano.
Mi día a día con niños discapacitados me ha enseñado que no hace falta más que un segundo para que tu vida cambie, y que a partir de ese momento tus prioridades también lo harán.
Pero, ¿porqué no unir esas dos pasiones y seguir dando importancia a todo?

Eso mismo pensé un día cuando decidí enseñar a algunos niños a los que daba clase, a hacer sus propias joyas.

¿Qué beneficios tiene?

Múltiples. La motricidad gruesa y fina, que en muchas ocasiones está dañada o no se ha desarrollado se ve mejorada sobremanera. El simple hecho de hilar las cuentas para una pulsera o un collar es una labor que aunque nos resulte muy sencilla, este tipo de niños/adultos en ocasiones no les resulta tan fácil.

Contar las cuentas de diferentes colores y separarlas y ordenarlas es una labor que requiere de toma de decisiones, discriminación visual, orden... elementos estos que en el trabajo con estas personas son fundamentales.

Entre otros muchos beneficios (que iré mencionando poco a poco en otras entradas) está por encima de todos, el hecho de la felicidad que ves en sus ojos cuando han terminado su obra y se sienten orgullosos de su trabajo. La satisfacción de ellos y la tuya, no tiene precio.

Claramente ellos son unas joyas.

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